El dinero debería “oxidarse” paulatinamente

DIÁLOGO CON MIGUEL YASUYUKI HIROTA

Miguel Yasuyuki Hirota, -su primer nombre español es adoptado-, nació en Fukuoka, a medio camino entre Hiroshima y Nagasaky. Tras su conferencia en el Colegio de Economistas de Valencia sobre “Monedas complementarias para el desarrollo sostenible local y regional”, me encuentro con él en una sala de Coworkingvalencia. Miguel, -prefiere que utilicemos su nombre español-, es experto en monedas complementarias y bancos de tiempo, aunque también es filólogo y habla cinco idiomas. Es fundador del Online Laboratory on Complementary Currences JAPAN (OLCCJP) y está convencido de que actual sistema económico mundial esta condenado a colapsar algún día.

Iniciamos el diálogo sobre su trayectoria vital y su orientación personal hacia los esfuerzos por promover sistemas económicos sostenibles y mas justos.  “En 1999 tuve la oportunidad de ver en Japón un documental sobre el teórico de las finanzas Silvio Gessel, (-autor del tratado Die Reformation des Münzwesens als Brücke zum sozialen Staat -La reforma del sistema monetario como puente hacia un estado de bienestar- y junto con el matemático suizo Theophil Christen y el economista Ernst Polenske redactores de la ley para la creación del dinero libre o Freigeld en Baviera en 1919-), y las múltiples iniciativas sobre monedas complementarias que funcionan en el mundo. El documental me hizo reflexionar y darme cuenta de que estudiar el tema de la reforma monetaria era el camino correcto para conseguir una mayor justicia económica, ya que el actual sistema económico es injusto. Llevo diez años ya en ello”.

Monedas sociales y complementarias

Las monedas complementarias existen desde hace 70 años, pero es tu tema poco divulgado. Le pido a Miguel que me haga una síntesis del concepto: “Las monedas sociales son monedas diferentes a las que conocemos, como el euro en Europa, el dólar de EE.UU., el yen de Japón, etc. Se trata de un medio de intercambio con fines sociales, de alcance inmediato y gerenciado por la sociedad civil”. Le pregunto si esto de las monedas complementarias es un asunto de ética, de eficacia o de conseguir una mayor justicia social. “Tiene relación con estos tres propósitos –me responde-. En relación a la eficacia, se trata de conseguir otro tipo de ‘eficacia’, en el sentido de estimular la economía local. En relación a la ética también, porque promueve el consumo ético y en cuanto a la justicia social, promoviendo el consumo ético dentro de una economía mas solidaria llegaríamos a una economía mas justa”.

No hay mucha gente que lo sabe pero, a comienzos de los años 30 del siglo pasado, los habitantes de Wörgl, un pequeño pueblo situado en el Tirol austriaco, tomaron la decisión de acuñar su propia moneda para afrontar las consecuencias de la Gran Depresión. En poco tiempo vieron como se solucionaban sus problemas del presupuesto municipal, el desempleo y la actividad económica local. Desde 1934 funciona en Suiza la Cooperativa de Crédito (Banco Wir) que lanzó una moneda propia denominada Wir y que, desde entonces, ha sido una moneda complementaria del franco suizo, a la vez que un buen estabilizador para la economía y un apoyo eficaz para las pequeñas empresas del país (mas de 72.000 asociadas). Mas recientemente, a partir de la década de los ‘80 del siglo pasado, han surgido numerosas experiencias relacionadas con la creación de bancos de tiempo y monedas sociales que siguen siendo muy reputadas, como las experiencias de Japón, con su moneda Fureai-Kippu; los míticos “Time-Dollar” e “Ithacas” de EE.UU. y, también, las monedas LETS (Canadá, Europa, Nueva Zelanda, etc.); o las experiencias con bonos de Los Club de Trueque (Argentina); el banco comunitario Banco Palmas (Brasil); la Banca Etica (Italia) o las Iniciativas REGIO en Italia o Alemania que usan la moneda Chiemgauer (con un 2% de ‘oxidación’ coda tres meses). La política regional impulsada por la Unión Europea contempla la posibilidad de que las regiones europeas se doten de monedas sociales y regionales. Alemania cuenta con mas de 60 de ellas y en Francia ya son seis regiones las que disponen de ésta clase de mecanismos.

Le pregunto a Miguel si ahora, que estamos viviendo casi una nueva ‘gran depresión’, podría ser el momento adecuado para el crecimiento de este tipo de iniciativas. “El caso de la moneda Wir –me cuenta-, surge al nacer una cooperativa de crédito que crea su propio medio de intercambio para dar servicio a una red enorme de PYMES (pequeñas y medianas empresas) en Suiza y estimular las transacciones ‘interiores’ dentro de este enorme tejido de pequeñas y medinas empresas suizas. En Brasil también hay una importante iniciativa en la ciudad de Fortaleza que se llama Banco Palmas, una asociación de comunidades de los barrios de la ciudad que emiten su propio bono y que ofrece micro créditos, en este tipo de ‘dinero’ en lugar de darlos en reales, que es la moneda oficial de Brasil y a un tipo de interés mucho mas bajo que los créditos bancarios normales. Tanto en el caso del ‘Banco Wir como el de Palmas de Brasil, es la comunidad la que tiene control sobre la entidad financiera y es quién decide si dan al préstamo no, y no al revés como ocurre en el sistema económico tradicional que lo decide el banco. Así hay mucha mas facilidad de conseguir créditos para los pequeños negocios que con la banca comercial”

El dinero que se ‘oxida’

Otra cosa sorprendente, -le apunto a Miguel- es que las iniciativas de las monedas complementarias comenzaron sino en países de como Alemania, Austria, etc., en la Europa rica y no en los países en desarrollo. Miguel responde: “El motivo es que esas iniciativas nacieron en la década de los años 30 del siglo XX, cuando en Europa había mucha influencia del economista Silvio Gessel, que desarrollo una teoría económica muy interesante, en su libro “El orden económico natural”, llamada la teoría de la ‘oxidación’, según la cuál, el dinero, el papel moneda debería perder su valor paulatinamente”. Es decir. -Le digo- que la oxidación de un billete o bono de moneda consiste que en que cada mes pierda un cantidad minúscula de valor, es decir, estos bonos son dinero con fecha de caducidad.

Según esa teoría lo mas adecuado sería que los billetes de euros, dólares, yen, etc., deberían ‘oxidarse’, ¿no?, le digo. “Sí,  exacto –responde Miguel-, porque la ‘oxidación’ del dinero tiene como propósito que los que tienen dinero no tengan mas poder que los demás en la sociedad, al contrario de lo que ocurre ahora que son los ricos los que dominan el mundo y no la gente”. “Y ¿por qué favorece a las pequeñas y medianas empresas de la zona?, pues porque el banco central posee una actividad controlada según principios totalmente capitalistas. En el caso del ‘Banco Wir’, en cambio, al entidad es una cooperativa constituida por socios que son las pequeñas y medianas empresas. Y son esas PYMES son las que toman las decisiones y, por lo tanto, actúan ayudando a los miembros y empresas miembros de la cooperativa- Ello hace que los tipos de interés para préstamos en bonos sean mucho menores en las entidades que emiten monedas complementarias que en los de la banca comercial y que la economía que generan se balancee con la economía tradicional, como ha demostrado un estudio del Banco Central suizo ”.

Le hago ahora una reflexión a Miguel: “El sistema del patrón-oro por el cual los bancos centrales debía respaldar la cantidad que emiten en billetes, poseyendo oro por ese valor, fue abandonado desde 1970 hasta que en 1998 en que lo abandonó Suiza, el último país en hacerlo. Desde entonces el valor de los billetes emitidos por los bancos centrales se basan en la reputación. Le pregunto al respecto: Miguel, ¿qué tipo de entidades de la sociedad civil posee la suficiente ‘reputación’  de otros para  emitir su propia moneda?. -Me contesta rápido-: “con eso sucede igual que con los ‘bancos de tiempo’. Los bancos de tiempo están gestionados por asociaciones que tienen confianza en la comunidad. Igual que en el ‘Banco Wir’ o el Banco Palmas de Brasil. La confianza es el resultado del esfuerzo colectivo de todos esos socios que han fundado unas cooperativa tan de fiar”.

Los Bancos de tiempo

Ya que lo has mencionado. ¿Cómo definirías tú un ‘banco de tiempo’ para los que no han oído hablar nunca de ellos?. Los bancos de tiempo –responde inmediato-, son aquellas instituciones que nos permiten intercambiar saberes, talentos o capacidades, sin tener, para ello, que usar el dinero. En el banco de tiempo, la unidad de intercambio es una hora de tiempo de habilidad o conocimiento concreto, sea cual sea esa habilidad o servicio desempeñado. El valor de intercambio es el tiempo, en lugar del dinero. Su unidad es la hora. Hoy en día, que tenemos Internet, las asociación de la sociedad civil que gestionan el banco de tiempo dispone de una cuenta de acumulaciones. Cada vez que una persona pide un ’servicio’ y otro otra lo satisface avisa que ha habido esa transacción. Las personas que no usan Internet lo hacen por medios mas tradicionales”

Le pregunto ahora si él cree que las monedas complementarias o los bancos de tiempo representan una innovación o mas bien una alternativa. Miguel, prudente, responde: “Podríamos pensar que son alternativas. Estamos además de estas dos que mencionas estudiando las finanzas éticas y otro iniciativas para ir creando otro tipo de economía distinta a la que se esta llevando a cabo en todo el mundo comercial: cada iniciativa es muy pequeña pero están brotando en una cantidad muy grande. Estoy convencido de que la mayoría de  ellas estamos en el camino correcto. Sobre si, con todo ello estamos innovando, solo nos podrán juzgar transcurrido mucho tiempo los historiadores del futuro en este siglo o en el que viene. Nosotros todavía no lo sabemos”. Internet no existía cuado Gessel formuló su teoría de la ‘oxidación’ del dinero. Ahora esta disponible: ¿puede ayudar?. “Creo que sí –contesta- seria muy interesante aprovechar las rede sociales de Internet, pero no se si con las página existentes tipo Facebook o con páginas especificas para las transacciones de monedas sociales. Estamos empezando a explorar esas posibilidades, a nivel local, regional o global según la necesidad concreta”

Finalmente, le pido una reflexión sobre si es optimista con respecto a si el sistema económico mundial se dará cuenta antes de que sea tarde de que el planeta es finito y no se pude funcionar eternamente con el paradigma de crecimiento sin fin. Miguel se pone serio y me contesta: “…es una pregunta todavía muy complicada de contestar. Disponemos ya de tecnología que nos permitiría vivir una vida sostenible. Una cosa fundamental es que debemos darnos cuenta que para realizar este tipo de vida sostenible necesitamos sistemas financieros apropiados y no los hemos logrado todavía. El sistema financiero actual esta programado para que tarde o temprano se colapse.” Necesitamos poner en marcha estas alternativas para superar los fallo sistémicos”.

¿Y porqué esta programado para de colapsarse?, -le pregunto-. “Es muy sencillo. Como todo el mundo sabe, la burbuja económica que existía aquí en España no era sostenible y entonces tarde o temprano iba estallar. Es como el proceso de la droga. Los que consumen lo hacen como si la euforia fuera a durar siempre. Pero eso nunca ocurre así. Cuanta mas euforia al principio mas problema tienes después”.

Un extracto de éste diálogo fue publicado en el Suplemento Innovadores EM, 27 septiembre de 2010 (pag.8)

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