Enrique Dans: todo va a cambiar
Enrique Dans es un académico singular. Inicialmente se licenciado en Ciencias biológicas por la Universidade de Santiago de Compostela, continuó su formación en EE.UU. doctorándose en Management en la especialidad Information Systems por la Universidad de California (UCLA), realizando estudios postdoctorales en la Harvard Business School. Hoy es profesor de Sistemas de Información en IE Business School desde el año 1990. Realiza sobre todo labores tanto de docente como experimentador de medios y modelos de negocio y relevante blogger que centra sus intereses en los efectos de las nuevas tecnologías en personas y empresas.
Vinton Cerf y Enrique Dans en Madrid. Foto: Adolfo Plasencia
Las opiniones de Enrique Dans son habitualmente destacadas en todo el espectro de medios de comunicación de información general y económica en España. Ha dialogado, para Innovadores sobre internet , innovación y empresa y, como es característico en él, desgrana sus opiniones sin pelos en la lengua. Hablamos primero sobre lo que caracteriza a los ‘innovadores contructivistas’ que idean algo, lo hacen funcionar e introducen en el mercado para, primero, conseguir la supervivencia y la rentabilidad: “El mercado -responde Enrique-, es la prueba definitiva del éxito, y la rentabilidad, obviamente, una de sus medidas. Y esa rentabilidad puede venir de muchas maneras, muchas veces de formas que un empresario clásico consideraría “poco ortodoxas”. Una de mis preocupaciones en clase con mis alumnos es que entiendan que existen una amplia variedad de maneras de llegar a la rentabilidad, y que diferencien entre lo que supone montar una idea para venderla posteriormente, sin ánimo de hacerla rentable en ningún momento, y crear algo para que, cambiando las reglas del juego, pueda llegar a ser rentable aunque en principio no lo parezca. En un lado tienes “el pelotazo”, la especulación, y en el otro, todos los nuevos modelos de negocio que explotando cuestiones como la atención o los mercados de múltiples caras consiguen generar ingresos y crear valor”.
Sobre la diferencias entre un innovador y un emprendedor en cuanto a las habilidades necesarias para conseguir el éxito empresarial, Enrique opina: “Un innovador es alguien capaz de generar una idea, de tener un pensamiento que aporta, como indica el adjetivo, algo nuevo, una nueva manera de hacer las cosas, de solucionar unas necesidades o de proporcionar un producto o servicio de una forma ventajosa con respecto a las alternativas existentes. Plantearte que puedes dar un servicio completamente gratuito porque existen otros clientes, en otra vertiente del mercado, que te lo pagan, puede ser algo innovador. El innovador bebe en muchas ocasiones de sus propias necesidades, de sus experiencias, de la comparación entre lugares en los que ha vivido, de procesos de formación que le someten a ideas nuevas y de alguna manera le inspiran… innovadores hay muchos, seguramente todos, sometidos a las circunstancias adecuadas, podemos ser innovadores. El emprendedor, en cambio, requiere algo más. Precisa de una fuerza de voluntad, de unos arrestos y de una determinación especiales, de una impresionante capacidad de asumir riesgos, de una capacidad de resolución de problemas elevada, y de un nivel de motivación que se transparente bajo su piel, que transpire, que no solo le permita resistir los momentos malos, sino también ilusionar y motiva a otros. Ser emprendedor es muy difícil, y merece muchísimo respeto, un respeto que desgraciadamente en nuestro país suele brillar por su ausencia.”
Por ese hilo llegamos a las disfunciones en la cultura empresarial española, que siendo la 8ª o 9ª potencia del mundo parece actuar anclada en la era industrial y renuente a participar en la economía basada en el conocimiento y los modelos de negocio generados a partir de los intangibles de la era digital y la ‘Economía de las Ideas’ de la que John Perry Barlow ya hablaba en 1994. La sincera explicación de Enrique Dans al respecto no deja lugar a dudas: “El tejido empresarial español o bien carece de autonomía porque depende de alguna oficina en un país extranjero y se supedita a sus decisiones, o bien es enormemente inmovilista, de un conservadurismo feroz, en muchos casos llevado por una falta de formación y una carencia de recursos ociosos que dedicar a la innovación. Ante lo nuevo, ante lo que no entiende, el empresario español busca un cliché rápido con el que identificarse, que repetir como si fuera un mantra, y se relaja, se olvida del tema. La mala noticia es que en mis clases en programas de alta dirección en los que el perfil corresponde a empresarios de todo tipo y cuadros directivos de nivel alto, esta tendencia a la simplificación y a descartar la innovación sin un análisis sólido es enormemente abundante, y eso que hablamos de un subgrupo privilegiado que se encuentra motivado para recibir una formación adicional y con la mentalidad más abierta que la media. La buena noticia es que se trata de una actitud que se puede superar con el tratamiento adecuado, aunque éste en muchas veces sea un “tratamiento de choque”, una catarsis, y que genera una visión que, tamizada por la experiencia, puede ofrecer en muchas ocasiones resultados sumamente interesantes.”
Sus opiniones en defensa de la ‘apertura’ en la internet y en la sociedad-red (Castells) que la Web articula y que también defienden Tim Berners-Lee, Vinton Cerf, Richard Stallman, Tim O’Reilly y tantos otro, Enrique afirma: “creo firmemente, y hemos tenido ya numerosas ocasiones de comprobarlo, que al reducirse los costes de transacción y comunicación gracias a la aparición de la red, la manera más productiva y eficiente de generar ventajas competitivas es abriéndose a la participación de terceros. La empresa que se obsesiona con trabajar a puerta cerrada, con proteger sus productos con sellos inviolables, con compilar su software para que otros no lo puedan ver, etc. se da cuenta, en poco tiempo, de que sus productos o servicios son superados. La clave, cada día más, está en ser capaz de motivar a terceros para que aporten a tu producto, saber incorporarlo adecuadamente, y hacer que tus clientes se sientan parte del mismo. Las “cajas negras” tienen cada día menos sentido, y la definición de ventaja competitiva ha cambiado de arriba a abajo. Contar esto en las empresas, en las que el oscurantismo y el “secreto industrial” está completamente sobrevalorado, resulta todavía un poco contracultural. Pero si hay algo seguro es que las empresas y la función pública estarán administradas con muchísima más transparencia en el futuro, y que el que no sepa adaptarse acabará desapareciendo del panorama “.
La universidad está en pleno ‘Proceso de Bolonia’. Su visión de cómo hay que plantearse la labor de formar y transmitir el conocimiento de forma crítica y constructiva en las universidades modernas, Enrique opina: “No se trata de “ser rebelde”, sino de demostrar a tus alumnos que las cosas que les cuentas en clase no terminan cuando sales de ella. No puedes estar en clase contando y demostrando que la red es esto o aquello, o que posibilita determinadas cosas, y luego en tu vida cotidiana no reaccionar cuando el sentido común o la misma esencia de lo que cuentas se ven amenazadas. ¿Con qué cara me pondría delante de unos alumnos a explicarles la generación de valor mediante la innovación, o las metodologías de análisis sobre el impacto de la tecnología, si fuera de clase no reaccionase cuando un gobierno pretende perpetuar los viejos e insostenibles modelos económicos o una empresa se quiere disparar en el pie mediante una estrategia equivocada?”.
Por último y como avance de su libro “Todo va a cambiar“ le pregunto si el contenido de su libro esta en la línea optimista de la afirmación de Tim O’Reilly de que “El Cambio tecnológico es ‘naturalmente’ bueno” y además inevitable. Enrique Dans nos adelanta de qué trata su libro: “El libro es un análisis de las dinámicas de cambio tecnológico a tres niveles: personas, empresas y sociedad en su conjunto, intentando hacerlo de manera que resulte legible por todas esas personas que ven cambios en su realidad cotidiana o en las noticias, y no acaban de entender sus efectos o cómo pueden plantearse esas cosas que aparentemente infringen las reglas del mundo que conocían, que aprendieron en su educación. Es un poco como Matrix: tras años y años de educación y de vivir bajo unas reglas determinadas, de repente ves cosas que “no funcionan como deberían”, y te sorprenden… y resulta que es que tienes que mirarlas desde fuera de Matrix, y que además no te las pueden contar, tienes que verlas por ti mismo.
El título, en realidad, supone un guiño a mis lectores habituales y a mis alumnos. Se trata de un libro para la base de la pirámide, para el que necesita entender lo que está pasando en el mundo con la tecnología y sus efectos, para el que ve grandes cataclismos y empresas que se hunden, y se plantea cuándo le pasará eso a la suya. El título implica futuro, y pretende proyectar sobre ese lector no necesariamente formado en tecnología, no acostumbrado a un cambio rapidísimo, lo que mis lectores habituales o yo mismo vivimos en su día a día: que ya no trabajamos de la misma manera, ni leemos noticias igual, ni consumimos con los mismos criterios, ni tantas otras cosas más que han cambiado ya. Sin embargo, el título “Todo ha cambiado”, que sería el que realmente correspondería a mi experiencia y a la de mis lectores de todos los días en el blog o a mis alumnos en clase, sería demasiado agresivo para un “lector medio”. El “lector medio” miraría a un lado, miraría al otro, y diría algo así como “yo no veo que todo haya cambiado, yo sigo trabajando igual, viendo el mismo telediario y leyendo el mismo periódico”, y tomaría la premisa como falsa, descartaría el mensaje, con lo que se perdería lo que creo que es el verdadero potencial del libro: el de intentar que lo entienda no el “converso”, sino el que está “por convertir”.
(En la foto, Vinton Cerf -uno de los ‘padres de Internet’ y autor del prólogo del libro “Todo va a cambiar“de Enrique Dans, hablando en la sesion de la IV reunión IGF Spain sobre la Gobernanza de Internet. Enrique Dans esta el la foto de pie a la derecha de la puerta del fondo)
(Entrevista publicada por Adolfo Plasencia en el Suplemento Innovadores El Mundo)
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