Flash Mobs

Compartir lo virtual ya es mas frecuente que compartir lo físico.
flashmobsp.jpg
Imágenes de reuniones instantáneas Flash Mobs.

Según el arquitecto y tecnólogo William Mitchell director del MIT Design Laboratory, la diferencia entre las ciudades del siglo XXI y las anteriores radicará en que mientras las ciudades preindustriales eran “esqueleto y piel”, techos y paredes, diseñadas casi en exclusiva para resguardarnos de las inclemencias del tiempo y con infraestructuras y para agua y energía, las del siglo XXI están evolucionando para ser “organismos vivos”, con inteligencia propia y un sistema nervioso esta basado en la red. Sin embargo, yo creo que la metáfora del sistema nervioso del cuerpo constituido por ‘cables’ y conexiones físicas eléctricas orgánicas no simboliza muy bien la nueva tipología de conexiones inalámbricas y wireless que se están convirtiendo en fuente de nuevos fenómenos de prácticas personales y colectivas compartidas en las ciudades.

Steven Spielberg se hizo esa pregunta que nos hacemos todos sobre cómo serán nuestras ciudades dentro de cincuenta años. Eso le preguntó a Mitchell cuando estaba concibiendo una ciudad del futuro –dentro de cincuenta años- que necesitaba como escenario de su película Minority Report. La ansias futuristas de Spielberg fueron rebajadas por Mitchell que dijo al cineasta: “Si quieres la verdad, serán bastante parecidas a como son ahora”. Pero mencionó que serían “ciudades invisiblemente inteligentes”. Es decir que el cambio en las ciudades del siglo XXI va a ir, mucho mas que por el lado de sus aspectos físicos –edificios, calles o urbanismo-, por el de sus aspectos ‘invisibles’ relacionados con la inteligencia y la comunicación que inducirán nuevos comportamientos sociales en los habitantes de las ciudades nunca vistos antes. De esto, que puede parecer enunciado así algo muy abstracto ya tenemos muestras reales: por ejemplo las “Flash Mobs”.

¿Qué es una “Flash Mob”? La primera denominación de estos fenómenos colectivos la estudió Howard Rheingold en su libro “Smart Mobs” (multitudes inteligentes) analizando grupos de personas que actúan colectivamente en acciones de comunicación reuniéndose físicamente de forma súbita, mediante una convocatoria invisible hecha a través de dispositivos de comunicación móvil, -preferentemente a través de mensajes SMS de teléfonos móviles-. Según Wikipedia “Flash Mob”, cuya traducción literal del inglés es “multitud instantánea” (flash –destello, ráfaga-, mob – multitud-), es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Suelen convocarse a través de los medios telemáticos (móviles e internet) y, en la mayor parte de los casos, no tienen otro fin que la diversión, pero pueden convocarse también con fines reivindicativos. Hoy ya es una práctica juvenil lúdica frecuente propia de la cibercultura. Estos nuevos fenómenos sociales suelen disgustar a aquellos que no comprenden sus mecanismos. Como dice Mitchell, “el gran problema no es tecnológico, sino cultural. Con la tecnología vamos descubriendo cosas a gran velocidad, pero no conseguimos inventar las convenciones sociales para entenderlas con la misma rapidez”.

Ha habido casos de utilización política de estos fenómenos –el ‘pásalo’ del 14-M en España o en la caída del político filipino Joseph Estrada– pero no se han dados muchos mas porque la emergencia de las smart mobs no se asocia con órdenes –el pásalo era en realidad una orden interesada- sino con ‘compartir’ algo de forma lúdica, divertida y tecnológica: son una nueva forma de compartir colectiva y emotivamente algo, combinando lo virtual (la comunicaciones wireless) con lo físico, como compartir muchas presencias físicas instantáneamente en un lugar concreto. Multitud de presencias virtuales compartidas en la red salen del ciberespacio, se vuelven físicas en un lugar concreto de la ciudad durante un corto tiempo y después vuelven al ciberespacio. Hoy, compartir lo virtual ya es casi mas frecuente que compartir lo físico.

13/09/2007, escrito por Adolfo Plasencia

Serendipity

“El pasado, el presente y el futuro sólo son ilusiones, aunque muy testarudas.”

Albert Einstein

SerendipityEl término Serendipity no existe en el diccionario de la Real Academia. El concepto aparece en español en otros diccionarios, como el Español Actual de Manuel Seco, que define “serendipidad” como la “facultad de hacer un descubrimiento o un hallazgo afortunado de manera accidental”.

Es un lugar común –al menos para Wikipedia- que el término ‘serendipia’ deriva del anglosajón “Serendipity” –que me suena mucho mejor-, neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades. Al lingüista José Antonio Millán le gusta mas la acepción ‘serendipia’ que ‘serendipidad’. A mi no me acaban de gustar ninguna de las dos.

Serendipity se utilizaba normalmente para referirse a grandes o pequeños descubrimientos científicos ‘casuales’ o debidos a una combinatoria propia del azar unida a un contexto de otras búsquedas o investigaciones en la que también “se descubre por accidente”. Según Umberto Eco, esa fue la causa por la que Colón –que buscaba las Indias- descubrió América. Así, según ese proceso de ‘serendipidad’, Isaac Newton descubrió la gravitación al ver caer una manzana; John Wesley Hyatt, encontró la fórmula del celuloide en 1870; Alexander Fleming, descubrió la penicilina en 1922, o Niels Bohr halló la estructura del átomo a través de un sueño –eso ya se considera una pseudoserendipia-, al igual que los nombres de dos satélites de Marte a los que Jonathan Swift, en 1726, describe y denomina en su libro Los viajes de Gulliver, “Miedo” y “Terror”, y que hoy ya están en los catálogos astronómicos como Fobos y Deimos, exactamente los equivalentes en griego de los nombres de Swift. “Serendípico” sería el olvido de un operario de los laboratorios de 3M, que no añadió un componente de un pegamento, lo que dio como resultado un adhesivo de baja calidad para la empresa, pero que al final se convirtió en un producto universal: las notas adhesivas Post-it que ya ‘existen’ incluso como objeto virtual en las pantallas de ordenador.

La ‘Serendipity’, en cualquier caso, se relacionaba con grandes nombres de la ciencia y la invención que en su proceso creador habían hecho descubrimientos por accidente y cuyas aplicaciones han sido decisivas. Pero ¿qué ocurre si el término que describe el fenómeno Serendipity asociado hasta ahora con algo accidental y extraordinario se convierte en algo cotidiano, algo que estuviéramos experimentando millones de personas cada día a todas horas? Habría que encontrar un verbo con el que conjugar esa acción cotidiana. Esa acción nos ocurre en cada búsqueda que realizamos con el buscador Google: sus algortimos nos responden con millones de respuestas a cada una de nuestras preguntas concretas en un proceso cargado de ‘serendipia’. Y no solo pasa con Google: de forma creciente, además de con los buscadores, pasa sobre todo con la interacción social de la Web 2.0 en la que todo el tiempo encontramos ideas y conocimientos interesantes sin buscarlas en nuestra actividad social en internet, en las webs, en los blogs, en los foros, en Flickr, en YouTube, en Second Life, por todos lados en la red –es como una gigantesca tecnología ‘push’ cuya información viene a nosotros sin buscarla-. La sociedad en red es un “mundo serendípico” donde lo extraordinario pasa a ser una “serendipia” cotidiana y omnipresente. Una Serendipity que emerge del sistema generativo de creación e interacción colectiva en la red servida por los algoritmos matemáticos de alto nivel de la Web 2.0. Einstein, decía “El pasado, el presente y el futuro sólo son ilusiones, aunque muy testarudas”. La Serendipity lo puede ser aún más.

Pie de foto:
‘Imágenes del sistema global Newsmap que proporciona conexión con miles de noticias en tiempo real y con miles medios que las publican, en un proceso de Serendipity’.

(Publicado en la Revista ‘Valencia7 Dias’ el 15/6/2007)

10/09/2007, escrito por Adolfo Plasencia

Hotel@MIT

HerbertpEl hotel desde donde escribo este artículo esta muy cerca del epicentro, casi en el corazón, del que es para mí el ‘ombligo del mundo’ de la tecnología (por utilizar la misma expresión con que los Rapa Nui denominan el centro de gravedad de su Isla de Pascua). Este ‘ombligo del mundo’ tecnológico es obviamente el MIT, el para todo los geeks mítico Masschusetts Institute of Tecnology, una universidad tan especial como para ocupar, desde hace 48 años sin excepción, el numero uno en el ranking mundial de universidades de ingeniería o tecnología.

Pero volvamos al Hotel@MIT. Hay algo de la atmósfera tecnológica del MIT que ha contagiado a este hotel, no solo en el nombre. Aquí, estar conectado es tan natural como respirar. Hay conexión inalámbrica (wireless) por todo el hotel, en los espacios comunes y en las habitaciones, donde también puedes conectarte con una conexión Ethernet de banda ancha, por si acaso el encendido cariño por tu antiguo ordenador portátil te ha impedido cambiarlo por uno nuevo con conexión Wi-Fi.

Estar conectado en este hotel es lo normal. Es aquí lo lógico y lo natural. Ese tiempo muerto mientras llegan los amigos de Boston a recogerte, puedes aprovecharlo consultando en prensa de la red la marcha del mundo, o de la bolsa en caso de que seas un broker vocacional, en un Mac o en un PC de los varios que tienes al lado del mostrador de recepción. O puedes pasar a una sala de ‘negocios’ contigua, que abres con la llave de tu habitación, con varios ordenadores PC y Mac disponibles, impresora láser, fax y conexión de banda ancha. En un hotel del mundo global como este, al que llegan gran cantidad de gente relacionada con el MIT o con la Universidad de Harvard (a una estación de metro de distancia), es muy cotidiano que la gente de otro continente pueda, por ejemplo, bajarse de la red e imprimirse en un minuto la versión en .pdf del diario favorito de su propio país para leerlo en el desayuno.

Pero hay mas: en el hall he vuelto a ver en sus cubos de cristal a Attila y a Herbert: dos de mis mas queridos robots retirados de la fabrica de sueños digitales que dirige en el MIT el genio Rodney Brooks y que se llama Computer Science and Artificial Intelligence Laboratory.

Me gusta la mentalidad con que esta asumida aquí la cibernética dentro de las prestaciones normales de éste hotel del siglo XXI. Esa cultura de estar conectado y disponer de ordenadores y autoedición de forma ubicua, no como un lujo extraordinario que hay que pagar aparte, sino como parte de la normalidad cotidiana de la gente que viene aquí, esta a años luz por ejemplo, de la cultura de hoy en día que tienen aún muchos lujosos hoteles de España y Europa.
Asi que también es natural que yo les recomiende el Hotel@MIT, no solo por todo lo anterior sino, por ejemplo, porque para quien ame la inteligencia será un goce reunirse aquí en su salón dedicado a Norbert Wiener, padre de la cibernética o simplemente pasearse por sus cálidos pasillos y admirar impresionantes fotos históricas de genios excepcionales trabajando como los mismos Wiener y Brooks, arquitectos como Albert Khan o del pionero de las ciencias cognitivas Marvin Minsky y muchos más.

Una gozada para los geeks y los amantes de la inteligencia, la ciencia y la tecnología.
Siempre que no padezcan cibernofobia o digitofobia, claro.

14/08/2007, escrito por Adolfo Plasencia