Javier Echeverría:10 Años de ‘Los Señores del Aire’
Ahora hace diez años, Javier Echeverría, matemático, filósofo de la ciencia, y ex-director y profesor de investigación del Instituto de Filosofía del CSIC, publicó el libro del “Los Señores del Aire”, que obtuvo el premio nacional de ensayo del año 2.000. La principal tesis de aquél estupendo ensayo, así como la de su libro anterior Cosmopolitas Domésticos era la conversión en realidad existente del concepto de ‘Telépolis’ y de lo que él llamas el ‘tercer entorno’, que se caracteriza por la posibilidad de relacionarse e interactuar a distancia. Este tercer entorno no es la aparición de una nueva herramienta por potente que fuera sino que en aquel ensayo hablas de consecuencias para las guerras y conflictos, las actividades financieras, la economía, la ciencia, el territorio, y la educación, la cultura, la identidad, la democracia, es decir, las sociedades…
Con este motivo decidí proponerle hacer un diálogo sobre la actual realidad, diez años después de su brillante diagnóstico en forma de excelente ensayo, en muchos aspectos un libro premonitorio. Éste es el resultado de nuestro diálogo completo, del que una síntesis se ha publicado en el suplemento Innovadores (a cuya versión en pdf que hay un acceso al final de este texto).
Aquí está el diálogo completo:
Javier Echeverría. Foto: Ikerbasque, Basque Foundation for Science
Adolfo Plasencia: Tú, en ‘Los señores del Aire‘, augurabas un cambio total. ¿Cómo ves tu planteamiento en relación a la realidad del mundo diez años después, al final de la primera década del siglo XXI?
Javier Echeverría: Mantengo el marco conceptual que propuse hace diez años, me sigue pareciendo válido. Obviamente, ha habido muchas novedades, algunas muy importantes, como la aparición de las redes sociales y de la web 2.0, pero la hipótesis del tercer entorno no ha sido refutada, sino en todo caso confirmada. En términos precisos, dicha hipótesis se formula así: el sistema tecnológico TIC ha generado (por emergencia, es decir, como propiedad sobrevenida) un nuevo espacio-tiempo social, el espacio electrónico o mundo digital, al que conviene denominar tercer entorno, con el fin de subrayar su gran importancia, que será comparable a la que han tenido para los seres humanos el primer entorno (naturaleza, physis, biosfera) y el segundo (ciudad, pólis, que incluye los Estados-nación). Así como en los ámbitos rurales se han desarrollado diversos modelos de sociedad y cultura (cavernícolas, nómadas, cazadores, agricultores sedentarios, pesacodres, mineros, etc.), cosa que también ha ocurrido en el segundo (asociaciones religiosas, ciudades militares, cultura comercial, sociedad urbana, sociedad industrial, capitalismo, estatismo, etc.), en el tercer entorno también están emergiendo nuevas modalidades de sociedad y de economía, como las sociedades de la información, la sociedad red global y la economía del conocimiento.
Una vez formulada dicha hipótesis, es fácil constatar que durante la última década el tercer entorno se ha expandido siguiendo tres grandes ejes: en primer lugar, un eje geográfico, puesto que las sociedades de la información se han desarrollado en casi todos los países, como quedó claro en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información que organizó la ONU en Ginebra (2003) y Túnez (2005); en segundo lugar, por sectores sociales, puesto que el espacio electrónico y las TIC han ido llegando a casi todos los sectores sociales, incluída la administración (e-administration), que no fue precisamente pionera en su utilización, pero que ha avanzado mucho en los cinco últimos años, al menos en la Unión Europea; y, en tercer lugar, se ha expandido a escala, es decir, en los diversos macrocosmos, mesocosmos, microcosmos y, últimamente, también en los nanocosmos, gracias a los microscopios de fuerzas atómicas, que también son herramientas TIC que nos acceso al espacio electrónico, aunque en este caso a escala nanométrica. Un ejemplo destacado es el éxito de las redes sociales, sobre todo entre los jóvenes. La juventud se ha apropiado del espacio electrónico, utilizando como interfaces principales los ordenadores, los teléfonos móviles y las consolas digitales. Se habla de los nativos digitales, es decir, de las personas que se han constituido como sujetos cuando ya existía ese tercer entorno en sus casas, escuelas y ciudades. La generación @, como también se les denomina, vive en un mundo que tiene tres grandes dimensiones: la biosfera, las ciudades y el espacio electrónico. Dicho de otra manera: la realidad virtual es tan real como la realidad física y la socio-política, aunque con diferencias importantes entre esas tres dimensiones de la realidad, de las que me ocupé a fondo hace diez años.
Por otra parte, sigo pensando que tercer entorno y el sistema TIC ha transformado, ante todo, las capacidades humanas de acción. Por lo que a las sociedades respecta, el sistema TIC ha favorecido la emergencia de una nueva modalidad de sociedad, la sociedad de la información o sociedad red, por decirlo en términos de Manuel Castells, a quien sigo considerando uno de los pensadores más serios y rigurosos sobre estas cuestiones.
A. P. : En el inicio de aquel libro, haces una referencia importante al planteamiento de la filosofía con relación a la técnica que propuso Ortega y Gasset. Decía Ortega “el hombre es el ser técnico por antonomasia, y en ello radica una de sus notas diferenciales con respecto a los animales: “un hombre sin técnica, es decir, sin reacción contra el medio, no es un hombre”. Y decías, apoyándote en Ortega, que el tercer entorno es una realidad social, o tiende a serlo cada vez más.
J. E. : Sigo estando de acuerdo con Ortega en este punto. De hecho, desde el proyecto de investigación que dirijo va a organizarse a primeros de noviembre de 2010 en Madrid un Congreso Internacional dedicado monográficamente a su Meditación de la técnica, que me sigue pareciendo una de las obras más importantes del siglo XX sobre filosofía de la tecnología, muy superior a las contribuciones de Heidegger, por ejemplo. Sin embargo, no soy tan antropocéntrico como Ortega y pienso que algunas especies animales, los animales sociales, también han desarrollado conocimientos técnicos, aunque no tanto como nosotros. En cualquier caso, coincido con él en que el saber técnico es constitutivo del ser humano, probablemente tanto como el lenguaje, el cual puede ser considerado como una técnica de comunicación, información, memorización y aculturación.
Pienso asimismo que cada tipo de sociedad desarrolla un conjunto de sistemas tecnológicos. Somos homini faber, como muchos han afirmado. Nos agrupamos y nos socializamos cuando cooperamos (o competimos) haciendo algo, lo importante es el hacer, no el ser. Pues bien, en el tercer entorno podemos hacer muchas cosas, algunas de las cuales no eran posibles con anteriores sistemas tecnológicos, por ejemplo, hacer cosas a distancia, en red y asincrónicamente. El sistema TIC ha ampliado enormemente el espacio de capacidades de acción humana, por decirlo en términos de Amartya Sen. Esa es su fuerza, más allá de que sigamos denominándolo TIC y aludamos sólo a la información y las comunicaciones. Enviar un virus informático a través de las redes, y que éste produzca efectos en miles de lugares muy distantes entre sí, y que dicha acción pueda repetirse periódicamente; todo ello es posible gracias al sistema TIC, el cual ha generado la capacidad de tele-actuar en red. Por eso es posible pensar en la construcción de Telépolis, la ciudad global a distancia, a diferencia de las ciudades tradicionales, que están basadas en la proximidad geográfica y en la vecindad.
A.P. : ¿Crees que la explosión de la Web social con la segunda generación de Internet y 1.200 millones de personas conectadas ya se puede hablar de una socialización planetaria del tercer entorno?
J. E. : Sigo pensando que el espacio electrónico es más amplio y complejo que Internet, siendo esta red fundamental por su importancia y difusión. Los teléfonos móviles también nos conectan al espacio electrónico, lo mismo que los videojuegos y la televisión, sobre todo cuando ésta es digital. Según los datos más recientes, casi un 50% de la humanidad dispone de un teléfono móvil, en España un 102% de personas, como en Italia, mucho más que ordenadores. Es cierto que los móviles de nueva generación permiten conectarse a Internet, pero las redes de telefonía móvil permiten hacer otras muchas cosas, incluida la posibilidad de telemanifestarse mediante mensajes SMS, como el 11M2004 en España, fecha en la que la radio también desempeñó un papel muy importante. En cuanto a la televisión, en EEUU sigue viéndola más del 90% de la población, y durante más de 40 horas semanales, no hay que desdeñarla. En España los datos son similares. La socialización planetaria no sólo la produce Internet, también otras tecnologías TIC. Pensemos en los atentados terroristas del 11S contra las Torres Gemelas, o en el reciente terremoto de Haití, o en los tsunamis de Indonesia. Internet funciona en esos casos, pero esos sucesos globales los retransmiten masivamente otros medios de comunicación, que también dan acceso al tercer entorno. Son las catástrofes de Telépolis y tienen sus propios canales para difundirse, incluido Internet, pero no sólo la red.
Por otra parte, en el espacio electrónico también hay redes telemáticas militares, policiales, financieras y científicas que no se confunden con Internet, aunque puedan tener algunos nodos de conexión con la red civil. Valga un ejemplo: las Bolsas interconectadas han generado en 2008 una gran crisis financiera, que ha repercutido en casi todo el mundo, y que todavía deja secuelas diversas, por ejemplo el paro de millones de personas. Esa crisis se produjo en el tercer entorno, que es donde fluye el dinero electrónico y los bonos-basura, pero no en Internet. Las entidades bancarias y financieras siempre han tenido sus propias redes telemáticas para las transferencias de dinero y capitales (la primera fue Swift, a principios de los 80), redes que no son Internet, sin perjuicio de que en los últimos años también se haya desarrollado la banca en Internet. Los grandes capitales tienen su propia Wall Street electrónica y digital, la llamaré e-Wall Street. En suma, a diferencia de otros autores que han reflexionado sobre estas cuestiones, siempre insisto en que no todo es Internet en el tercer entorno, es una de las peculiaridades de la hipótesis del tercer entorno, y una de las razones por las que utilizo esa expresión, que incluye a Internet, pero no se agota en ella.
Dicho esto, la emergencia a partir de 2002 de lo que se suele llamar web social o web 2.0 es un acontecimiento de primera magnitud en Telépolis. Como insinúas, trae consigo la aparición de una auténtica sociedad civil en el tercer entorno, que será el germen de la ciudadanía de Telépolis, cuando ésta se constituya. En sólo cinco años las redes sociales han crecido exponencialmente, y ello en todos los países del mundo. Por cierto, España está entre los diez primeros países del mundo por el uso de las redes sociales, por fin estamos en un lugar puntero en el desarrollo de la sociedad de la información. Otro indicador positivo para España es el de la telefonía móvil y el de las tarjetas de crédito y débito, no así el de usuarios de Internet, en donde todavía nos queda mucho para estar entre los primeros países del mundo. Quiero decir con ello que el desarrollo de la sociedad de la información lo hacen en gran medida los propios ciudadanos, no los gobiernos, como el ejemplo de las redes sociales pone en evidencia. ¿O acaso los planes INFO XXI o ESPAÑA.ES tenían como objetivos el impulso de las redes sociales?
Hago un último comentario a tu pregunta, aunque habría muchas cosas que decir. En la web 2.0 son los propios usuarios quienes cuelgan sus propios contenidos en la red, y además los comparten libre y gratuitamente. Hace diez años yo decía este tipo de cosas (dadles banda ancha y tarifa plana a los jóvenes y ellos pondrán los contenidos) y parecía un iluminado, todo el mundo veía a Internet exclusivamente como un mercado a conquistar, en donde lo importante era “poner y vender contenidos”, no como un espacio social en el que las personas se relacionarían e interactuarían libre y voluntariamente, como en cualquier ciudad (en este caso en Telépolis). Cierto es que el tercer entorno genera oportunidades de mercado e industrias de contenidos, y muy importantes (piénsese en Google, en Amazon o en el i-Pod de Apple), pero además de mercados y oportunidades de negocio también genera ámbitos civiles para la interrelación personal, tanto privados como íntimos. La distinción entre espacios íntimos, privados y públicos en el tercer entorno me parece clave para que puedan irse configurando Telépolis y una sociedad civilizada de la información, no sólo una sociedad mercantilizada. La sociedad de la información es mucho más amplia y compleja que los mercados de la información, como ha puesto en evidencia la emergencia de la web 2.0 en los últimos cinco años. Se trata de un acontecimiento de primera magnitud, como ya dije antes.
A. P. : El título de “Los señores del aire” hacía referencia, si no estoy equivocado, al riesgo de que el siglo XXI nos condujera, a pesar de las nuevas posibilidades tecnológicas, a un periodo “neofeudal” y no muy democrático, en el que la hegemonía y los poderes principales estuvieran manejados por unos nuevos ‘señores feudales’. Era una opinión bastante pesimista: “el tercer entorno, lejos de ser un espacio democrático, como muchos ingenuos piensan, puede ser comparado desde el punto de vista de su actual estructura económica y de poder con un espacio social en situación neofeudal, ampliamente dominado por las grandes empresas transnacionales de teleservicios, a las que denominamos ‘teleseñores’ o señores del aire”. ¿Quiénes sería hoy esos ‘señores del aire’; tal ve los operadores de telecomunicaciones?¿Sigues igual de pesimista? Porque muchos de ellos nos tratan verdaderamente no como ciudadanos conectados sino como auténticos ‘siervos de la gleba’.
J. E. : Sigo hablando de los “Señores del Aire”, aunque también utilizo la expresión de “Señores de las Redes”. Son comparables a los Señores de la Tierra del medioevo europeo, pero su fuente de riqueza y poder no radica en la tierra, sino literalmente en el aire, o, como se dice ahora, ‘en la nube‘ (cloud computing). Ello significa que los recursos naturales ya no son la principal fuente de riqueza y poder (los siervos de la gleba pertenecían a la tierra donde habían nacido, no tenían libertad para desligarse de ella), sino la información y el conocimiento, los cuales fluyen a través del espacio electrónico, por el aire, o si prefieres, a través de las redes telemáticas, que hoy en día son redes WiFi, es decir aéreas. Cuando propuse esa metáfora pensaba en los satélites de comunicaciones como núcleos potenciales del poder, lo siguen siendo, pero las “tecnologías TIC-aéreas”, por así llamarlas, se han expandido muchísimo por todo el mundo. El desarrollo de las tecnologías WiFi ha hecho bueno la metáfora aérea, y según parece dichas tecnologías se han difundido todavía más rápidamente que Internet o que la telefonía móvil. También vale la expresión “espacio de flujos” que propuso Castells, mi metáfora del aire es más literaria, su expresión más precisa.
En todo caso, quienes detentan el poder de transmitir y difundir informaciones, que en primera instancia son los medios de comunicación, son los Señores del Aire. Desde que publiqué mi libro, Google se ha convertido en uno de los más importantes. Pero insistía entonces y sigo señalando ahora que también los señores del dinero electrónico (Visa, American Express, etc.) son Señores del Aire, al igual que los Señoríos Militares del Tercer Entorno y los Señoríos Financieros, que también los hay. Por tanto, el poder no sólo lo tienen los medios de comunicación ni las empresas informáticas. En cualquier caso, el poder tecnocientífico, como suelo llamarlo, constituye un poder superior al de los Estados-Nación y puede ser comparado con el poder de los Señores Feudales del Medievo, si bien el derecho de pernada lo tienen sobre las mentes humanas, más que sobre los cuerpos. En la medida en que la economía del conocimiento vaya creciendo a nivel global, surgirán los Señores del Conocimiento, pero por ahora la expresión “Señores de las Redes” o “Señores del Aire” vale para la sociedad red. Ciertamente, los usuarios de las tecnologías TIC estamos en una situación de servidumbre respecto a esas grandes empresas multinacionales. A no ser que uno opte por el software libre y las licencias Creative Commons, o por el Open Access, será tecnodependiente de los Señores de las Redes, los cuales no venden sus productos, a diferencia de los mercados tradicionales, sólo otorgan licencias de uso, y con contratos leoninos, como puede comprobar cualquiera que se lea las condiciones cuando instala un software en su ordenador, en su móvil o en su videoconsola. El neofeudalismo que yo preveía hace diez años se ha seguido consolidando y, en particular, ha alcanzado al sector financiero. Así que mi impresión sigue siendo pesimista, y continúo afirmando que el tercer entorno no es un espacio democrático, por muchos miles de millones de usuarios que haya en él. Lo importante es que esa nueva modalidad de poder, el poder tecnocientífico, tenga sus mecanismos de control. Para ello es preciso constituir Telépolis y crear un sistema gobernanza de la ciudad global. Desde que la ONU organizó la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información se está trabajando en esa dirección, pero los avances son escasos. Mientras los usuarios del tercer entorno no se conciban a sí mismos como ciudadanos de Telépolis y exijan el reconocimiento de sus derechos cívicos a quienes hay que exigírselos, que son los Señores de las Redes, y no los Estados, la democratización del tercer entorno no avanzará, y seguiremos en una situación neofeudal. Valga el ejemplo de la nube: el cloud computing lo gestiona Google, es un buen ejemplo de feudo informacional, sin perjuicio de que, hoy por hoy, Google sea un Señor del Aire liberal y magnificente, al menos si se compara con algunos de sus rivales, como Microsoft y Apple.
A. P. : En un cuadro comparativo entre el nuevo tercer entorno inmaterial y el primero y el segundo, en los que hemos vivido desde siempre, opones conceptos: Proximal/Distal; Recintual/Reticular; /Material/Informacional; movilidad física /fluencia electrónica, Produccción/Consumo; Analógico/Digital, etc.. ¿No hay términos medios o solapamientos ahora con el ‘tercer entorno’? ¿No hay lógica borrosa en esto?
J. E. : Por supuesto que hay grados y términos intermedios. Una cosa es proponer un marco conceptual basado en polaridades, con el fin de analizar el sistema TIC y las sociedades de la información desde la perspectiva de las ciencias sociales, y otra cosa muy distinta es pensar que esas fronteras, separaciones y oposiciones son rígidas. Un libro impreso, por poner un ejemplo, también permite que los pensamientos y relatos de transmitan a distancia, y, sin embargo, es una tecnología del segundo entorno, a diferencia del e-book o de las descargas de libros en pdf a través de Internet, que son tecnologías del tercer entorno. El tercer entorno se superpone a los otros dos, pero también se imbrica en ellos, generando muchas tecnologías mixtas, que en parte son del tercer entorno y en parte de los otros dos. Eso resulta muy claro, por ejemplo, en el caso de las nanotecnologías. El hecho de que el mundo contemporáneo tenga tres grandes entornos o dimensiones implica que los tres se mezclen entre sí, claro está. Pero la distinción analítica de esas tres dimensiones es muy importante para entender la estructura del mundo actual. Por eso sigo utilizando ese marco categorial, que ha sido muy fecundo, y no sólo para mía, también para otras personas que han tenido noticia de él.
A. P. : En el Suplemento Innovadores hablamos sobre todo del campo de la innovación y la empresa. Uno de los apartados de ‘Los señores del Aire’ libro esta dedicado a la Economía y al tercer entorno ¿Cómo crees que se están enfrentando estos cambios nuestros dirigentes empresariales y nuestras empresas?
J. E. : Creo que la gran mayoría de las empresas españolas han hecho suyas las tecnologías TIC, aunque unas en mayor grado que otras. Lo que pocas han hecho es investigar cómo funciona el nuevo espacio social, reflexionando previamente sobre la estructura del espacio-tiempo en el que se produce la globalización y surgen las sociedades de la información y las economías del conocimiento, cosas que ocurren en el tercer entorno.
Por otra parte, no creo que las empresas sean los únicos agentes innovadores. Desde hace 3-4 años me dedico a los estudios de innovación social y cultural, en breve saldrá un libro mío argumentando esto que digo. Lo publicaré junto con Ander Gurrutxaga, un Catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco, con quien colaboro estrechamente desde que me incorporé a Ikerbasque. El libro se titulará “La luz de la luciérnaga, diálogos de innovación social”, e intentaremos aportar algo de luz a un tema extraordinariamente difícil y complejo, como es el de los diversos tipos de innovación. Hablaremos de esas cuestiones en otra oportunidad, si te parece.
A. P. : Se supone que la innovación esta relacionada con nuevas formas de hacer las cosas, y con nuevos instrumentos que nos lo permiten. Pero, ¿no crees que la innovación ha de ir por delante, que hay que innovar en pensamiento, en el pensar qué queremos hacer antes que en poner en marcha nuevas herramientas y nuevas forma de hacer? Tu eres filósofo de la ciencia. Javier, ¿Crees que debe innovarse en humanidades previamente, en saber pensar para después aplicar correctamente la técnica, las tecnologías?.
J. E. : La innovación es un proceso, no una invención ni una feliz idea. Por supuesto que hay que tener nuevas ideas, pero eso no basta, lo importante es desarrollarlas, implementarlas y difundirlas socialmente. Dicho esto, las innovaciones conceptuales siempre son importantes, precisamente porque hacen cambiar los esquemas y generan nuevos paradigmas. Ahora bien, la creatividad no basta, lo más importante en los procesos de innovación es la fase de difusión, en la que las propuestas innovadoras son aceptadas o rechazadas. Eso es lo que distingue a la innovación de la investigación.
En cuanto a tu pregunta, por supuesto que es posible innovar en humanidades, desde el año 2006 mantengo esa tesis, y he publicado varios artículos al respecto. Espero publicar un libro sobre estas cuestiones el año que viene, en EEUU, de modo que seré prudente en la respuesta, son cuestiones complicadas, sobre las que hay que reflexionar a fondo. Para hacer innovaciones conceptuales no basta con proponerlas, lo importante es que esas nuevas ideas sean aceptadas y utilizadas por los demás. No es lo mismo pensar que las TIC son herramientas o instrumentos o pensar que nos permiten acceder a un nuevo espacio social, el tercer entorno. La mayoría de la gente sigue pensando lo primero, pero cada vez hay más personas que aceptan la hipótesis de que estamos ante un nuevo espacio social. Quiero decir con ello que las ideas de Telépolis y el Tercer Entorno van avanzando, llámense como se llamen, eso es lo de menos. Veremos hasta qué punto de han difundido dentro de diez años.
A. P.: Un tema del que se habla mucho es de la ‘computación en la nube’ (Cloud computing) como paradigma de los nuevos teleservicios. La ‘nube’ tiene mucha relación con ‘el aire’ que es la metáfora del libro de tu libro del 2.000 ¿Qué te parece esta coincidencia? Google se basa en ese tipo de concepto. ¿Calificarías a Google, también, como uno de los señores del aire’?
J. E. : He respondido antes a esta pregunta, así que no voy a insistir. Por supuesto que Google es uno de los Señores del Aire. Ya he dicho que su manera de tratar a sus súbditos es claramente preferible a los modos autoritarios de Microsoft, empresa que continuamente se inmiscuía en la privacidad de sus usuarios, y que generó movimientos espontáneos de oposición social, como los de algunos hackers y crackers. Google ha aprendido bastantes las artes del buen gobierno en el tercer entorno y resulta positivo que comience a optar por el software libre en el diseño de sus productos, así como que buena parte de ellos sean gratuitos. En breve voy a probar cómo funciona Chrome, igual me mudo a esos dominios informáticos, veremos. En todo caso, prefiero ser multilingüe en estos asuntos, es decir, usar varios sistemas de configuración y de edición y procesamiento de textos e imágenes.
A. P.: ¿Si volvieras a escribir diez años después, con lo que has visto que he pasado esta década que acaba, los harías de forma más optimista? ¿Hoy Crees que el tercer entorno nos lleva hacia un próximo futuro mejor?
J. E. : Por el momento no voy a volver a escribir a fondo sobre estas cuestiones, pienso que lo dicho hace diez años sigue siendo válido, básicamente. A lo sumo me animaría a resumir las tesis principales y publicarlas libremente en la red, como ahora estoy haciendo a lo largo de esta entrevista contigo.
No veo razones para ser más optimista que hace diez años, más bien al contrario. La emergencia del poder financiero en el tercer entorno parece llevarnos a una plutocracia, no a una democracia. Por supuesto, la tecnocracia sigue imperando, últimamente aliada a esa plutocracia emergente. Ahora bien, los movimientos cívicos en el tercer entorno también se han desarrollado, y han adquirido consistencia y organización. Preveo insurrecciones de los usuarios TIC, aunque sólo sean puntuales. En cuanto a mi postura personal, sigo pensando en que no basta con construir Telépolis, cosa que ya está ocurriendo. Hay que constituirla, es decir, dotarla de una Constitución. La Declaración de la Cumbre Mundial de la ONU en Ginebra 2003 es un buen principio en esa dirección. Va siendo hora de que surjan movimientos cívicos en red que exijan la elaboración consensuada de una Carta Magna del Tercer Entorno, aunque sólo sea en algunos ámbitos sectoriales o en ciertas zonas geográficas. La Unión Europea está en muy buenas condiciones para empezar. ¡A ver si al plan i2010 le sucede un i2020 donde la instauración de espacios públicos y ciudadanos en el tercer entorno sea una prioridad, al menos para la Europa electrónica, que hay que distinguir de la Europa física y de la Europa política! ¡También Europa está confrontada a los tres entornos!
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Un extracto de este diálogo se publicó el 10 de mayo del 21010 en el Suplemento Innovadores del Diario El Mundo, que Incluye en la página 8, el artículo de Adolfo Plasencia titulado “El Pensador de Telépolis”, una síntesis del diálogo entre Javier Echeverría y Adolfo Plasencia con motivo del décimo aniversario de la publicación del libro “Los señores del aire”, Premio Nacional de Ensayo del año 2.000
Sunday, May 30th, 2010